Y Dios creó al hombre a su imagen y semejanza.
Lo hizo perfecto, pero sin sus poderes de creación (mirá si en una de esas se les daba por crear vida…).
El Diablo, mellizo malintencionado pero aún así muy amigo de nuestro creador, enfureció, ya que Dios no lo dejo contribuir a la creación del hombre.
Es que se sabía que si Lucifer intervenía, le inculcaría aunque sea unos pequeños rasgos malignos… Y se quería que fueran perfectos… Pero al ver a su hermano enfurecido (sabía que estaba mas dolido que otra cosa) le dijo:- “Perdóname hermano… Se que fue un atrevimiento de mi parte no tenerte en cuenta para mis planes… Pero, mira, mi creación se sentirá muy sola en el espacio que le cree para ella. ¿Qué tal si te doy el papel de crearle compañía?”-
Y aquí Lucifer sonrió… Su hermano le dio una labor importante y no quería defraudarlo. Pero se sabía además que carecía de ciertas habilidades creadoras de su hermano. Y no pudo darles a su fruto el poder de razonar… A cambio le dio un toque personal, y así creó a los animales. Incapaces de razonar y con hechuras de diablo (competencia, rencor, saña, odio, etc.)
Pero Diablito no estaba conforme, aunque nuestro Señor acepto con mucha gratitud su invento. Entonces, lo engañó y rapto a una pareja de hombres… Aún no se sabe cómo, le insertó en su cabeza un poco de sus “toques”.
El hombre y la mujer resultantes del experimento de Belcebú, en apariencia eran hombres… Pero en su interior eran animales… Animales peligrosos, ya que poseían la capacidad de razonar.
Dios no lo notó de inmediato. Pero luego de un par de días, comenzó a observar como este hombre delimitaba un “territorio”, como competía con otros, como conocía al odio.
Vio como la mujer empezó a cometer adulterio, cansada de que su pareja viviera de mal humor y descubriendo que no todos los hombres eran iguales y que con algunos la pasaba mejor que con otros.
Nuestra Santidad comprendió todo y hecho a su hermano de casa, lo mando a vivir al sótano del caos que el desdichado Diablito había creado.
Mientras, ideaba un plan para salvar a su creación. Sabía que lo que ocurría con ese hombre y esa mujer se propagaría como una plaga… Como una epidemia.
Se le ocurrió la solución en el instante en que vio a un hombre bañarse.
Destruir la vida que allí existía y traer las almas puras a su lado… Pero, ¿Qué hacer con la pareja?
Y entonces algo en su cabeza se ilumino.
Se le apareció al hombre y le hablo. Le conto que el era su creador, que existía mucho mal en ese lugar, que necesitaba acabar con el, que por favor cumpliera con su pedido.
Entonces Dios le dijo:- “Toma el material necesario y construye un artefacto que te salve de morir ahogado. Salva a tu mujer para que puedan seguir procreándose y salva a los animales de la misma manera. Pues mandaré un diluvio que ahogará a todos los impuros.”-
Y con estas palabras la Santa Divinidad engañó al hombre y lo convenció de vivir feliz en un infierno, en el cual los animales son los buenos, y los de la competencia, la saña, el rencor y el odio son los hombres.
Donde el animal mas carroñero vive en un edificio y es jefe.
Donde no son las tortugas las únicas que abandonan a sus hijos recién nacidos.
El hombre se llamaba Noe.
MdO.
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