Me
encuentro atontado. Nuevamente.
Las
liebres se transformaron en feroces tigres, hambrientos de sangre
humana.
Estoy
en la puerta de un nuevo laberinto de paredes rojas. Estoy decidido a
entrar.
Tomare
las precauciones necesarias esta vez, no volverá a pasarme lo mismo.
El
heroe entra con espadas y astucia. Yo solo poseo la cautela.
Es
como un juguete nuevo para mi. Siempre la tuve pero nunca supe
utilizarla.
Pasé
largo tiempo leyendo las instrucciones, creo que estoy listo para
este viaje.
Visto
desde afuera, este laberinto se nota mas complicado que el antecesor,
único en mi corta experiencia. Pero también mas grande, lo que me
producirá, muy seguramente, mayor diversion, mayor felicidad.
¡Que
atractivo que es! Las paredes, los caminos... Todo me llama a su
interior. De atrás, el viajero me empuja. Me dice estar listo.
El
controlador es quien me mantiene inmóvil. Aquí, en la puerta. Con
la entrada paga.
La
rebeldía me dejo parado aquí. Ahora la muy imbécil se esconde bajo
el miedo. Y este detrás la incertidumbre.
El
alma, semi-rearmada, no aporta. Se escabulle de la decisión.
Aquí
no hay mas opciones. Solo dos. Entrar o no.
Se
puede “no entrar” e intentarlo luego... Pero quizás el laberinto
no sea el mismo.
Pero
si uno entra, tal vez nunca consiga salir.
El
ambiente está templado... Dicen por ahí que se avecina tormenta.
No
encuentro razones para entrar, pero no me guía la razón.
Fue
un viejo brujo, que en la salida del anterior me advirtió que no
sería el ultimo laberinto.
“Es
solo un juego” cerró, luego de un discurso sobre capacidades,
fortalezas y defectos.
Y
ahí se alejó, sin dejarme hacerle preguntas. ¡Como quisiera haber
tenido la oportunidad!
Sabía
mucho mas de mi que yo. Viejo brujo, como te necesito en este
momento...
Poniéndome
a pensar... ¿Y si este laberinto es uno mas también? ¿Y si todo
forma parte del gran laberinto que es la vida?
Cuantos
crucé y no entre... Cuantos. Pero este es diferente, y eso me
atrapa.
“Es
solo un juego”... Pero yo aún no se jugarlo.
MdO.