Laberinto (31/01/2012)


Me encuentro atontado. Nuevamente.
Las liebres se transformaron en feroces tigres, hambrientos de sangre humana.
Estoy en la puerta de un nuevo laberinto de paredes rojas. Estoy decidido a entrar.
Tomare las precauciones necesarias esta vez, no volverá a pasarme lo mismo.
El heroe entra con espadas y astucia. Yo solo poseo la cautela.
Es como un juguete nuevo para mi. Siempre la tuve pero nunca supe utilizarla.
Pasé largo tiempo leyendo las instrucciones, creo que estoy listo para este viaje.
Visto desde afuera, este laberinto se nota mas complicado que el antecesor, único en mi corta experiencia. Pero también mas grande, lo que me producirá, muy seguramente, mayor diversion, mayor felicidad.
¡Que atractivo que es! Las paredes, los caminos... Todo me llama a su interior. De atrás, el viajero me empuja. Me dice estar listo.
El controlador es quien me mantiene inmóvil. Aquí, en la puerta. Con la entrada paga.
La rebeldía me dejo parado aquí. Ahora la muy imbécil se esconde bajo el miedo. Y este detrás la incertidumbre.
El alma, semi-rearmada, no aporta. Se escabulle de la decisión.
Aquí no hay mas opciones. Solo dos. Entrar o no.
Se puede “no entrar” e intentarlo luego... Pero quizás el laberinto no sea el mismo.
Pero si uno entra, tal vez nunca consiga salir.
El ambiente está templado... Dicen por ahí que se avecina tormenta.
No encuentro razones para entrar, pero no me guía la razón.
Fue un viejo brujo, que en la salida del anterior me advirtió que no sería el ultimo laberinto.
Es solo un juego” cerró, luego de un discurso sobre capacidades, fortalezas y defectos.
Y ahí se alejó, sin dejarme hacerle preguntas. ¡Como quisiera haber tenido la oportunidad!
Sabía mucho mas de mi que yo. Viejo brujo, como te necesito en este momento...
Poniéndome a pensar... ¿Y si este laberinto es uno mas también? ¿Y si todo forma parte del gran laberinto que es la vida?
Cuantos crucé y no entre... Cuantos. Pero este es diferente, y eso me atrapa.
Es solo un juego”... Pero yo aún no se jugarlo.

MdO.

Banquina (19/01/2012)


Freno. Pero no de golpe.
Ahora las cosas pueden verse con mayor claridad.
Todo ocurre en cámara lenta.
Me doy cuenta que hay ciertos sucesos que podría haber gambeteado.
Pero mirar atrás no es lo que busco.
Busco el camino correcto para seguir adelante.
Creí, durante mucho tiempo, que era una carretera de dos carriles.
Poco me acordé de la banquina.
Hoy esa es mi decisión
Dejar que lo demás suceda a la velocidad que se le cante.
Yo voy por la banquina.
A mi ritmo, despacio, sin chocar con nadie.
Uno de los carriles es demasiado veloz.
Me dio miedo conducir por ahí, por mas que ame la velocidad.
Es muy peligroso.
No creo poder salir completo de un viaje en el.
Por el otro camino, si bien es lento como la banquina, no me sentía seguro.
Las luces me encandilaban. Era a contramano.
Amo los desafíos, pero con el auto en llantas, no de si podría soportar algo así.
Acá, desde la banquina, caminando a paso lento.
Acompañándome, de un lado, el controlador.
Unos pasos atrás, viene el viajero...
Ya de regreso de su viaje, que pensé que sería eterno.
Pero aún no me acompaña. Quizás no sea este el momento.
Ya va a haber tiempo para intrincados laberintos rojos.
Pero llevo, esta vez si, el carretel de Ariadna conmigo.
Aún falta para eso....
¡Aquí estoy! Parado, con Fito, al lado del camino.
Redescubriendo verdades que otros ya me habían contado.
Ciertos fuegos no se encienden frotando dos palitos”, nomas..

MdO.