El
gato está, definitivamente, muerto.
Su
testamento dejo una gran grieta en mi alma.
“Recuerda
que ya no te recuerdo,
No olvides que debes olvidarme”
Leí y me desmembré.
No olvides que debes olvidarme”
Leí y me desmembré.
Sus
frases de kerosene incendiaron mi alma.
El
fuego de mi corazón ardió de mala manera
Y
quemó todo mi cuerpo.
Gato
endemoniado, fuiste locura
Fuiste
pasión, fuiste engaño.
Pero
por si quedara alguna duda, debo remarcarlo:
Fuiste
lo mejor.
“Encerrado
aquí viví muerto
Atrapado
en esta imunda caja por tu cobardía”
Y
es verdad... Mi cobardía de no ver dentro.
El
sol se puso para este gato mañoso,
Para
este pobre falso erudito.
Mi
cobardía, aun siendo perdurable, no fue eterna.
Nada
lo es, todo es efímero.
Tanto
las flores como la basura.
Perdóname
por dejarte vivo y muerto en esa caja.
Desearía
que halla sido por olvido, pero fue por temor.
Y
eso me avergüenza.
“Maldito
seas, te costará encontrar otro gato como yo.
Tu
descuido para conmigo dejará mella en ti.”
Y
no sabes cuanto, enfermizo gato,
Que
sigues atormentándome después muerto.
Con
este papiro de ilusiones. Con esas palabras filosas.
Jamás
encontraré un gato igual, quizás sí uno parecido.
Pero
por ahora estoy bien sin mascota.
El
fuego se acrecentaba con cada frase.
El
papel me incendia.
“Cobarde,
estúpido, manipulador, ingenuo.
No
te quedes ahí leyendo. ENTIERRAME!”
Y
aún en gato sigue allí, sobre mi mesa.
Yo
releo a cada momento este testamento de furia.
Cada
día descubro el significado de algo nuevo.
Perdóname,
vil gato engañador.
Ya
ha llegado la hora de hacer un pozo en el patio.
Te
extraño, lo siento.
La
enseñanza de este cuadrúpedo:
No
se extraña a la persona, sino a la sensación.
Gracias.
El
gato de Schrödinger estaba muerto.
Gracias,
Inmenso.
MdO.