¡Noticias de ayer! (06/02/2017)

A veces las vueltas al pasado sirven para dar revancha a las cosas que nunca fueron.
Lo insignificante se vuelve importante.
Disfrute en donde no había existido ni siquiera un mísero contacto.
Si bien todas las cosas por algo suceden, algunas quedan en la cabeza como pequeños indicios.
Algo tan mínimo e imperceptible, que si no hubiera acontecido la actualidad, no existiría el mito. No sería recuerdo, no sería pasión.
Aún así sucedió.
Y ahora es cuando empezamos a reevaluar.
¿Todo habrá sido una preparación para esto?
Escribo y me libero. Danzo.
Se estremece el teclado, mis dedos surcan felices los caminos del reencuentro.
Nos sentamos a escribir las memorias del viaje en la máquina del tiempo.
Un día distinto. Recuerdos de mi tierra natal (la verdadera).
Ansias de futuro.
El fuego comienza a reavivarse, se realzan las figuras de lo bueno (que no es siempre lo correcto).
Se abre una realidad paralela.
Seguimos avanzando en recuerdos, seguimos profundizando el lazo.
Inventamos historias intermedias, nos soñamos inmersos en nebulosas que nos impiden ver lo cotidiano.
Enfocamos en lo que percibíamos como perdido.
Lo importante se pone en duda. No solo en este minuto, sino todo lo vivido.
Me siento y converso en diferido.
De un lado yo, pensando en cómo hubiera sido años atrás.
Del otro lado yo, hace años. Pensando en como sería en un futuro.
Debatimos largo rato sobre los temas típicos a filosofar.
Discutimos la idea de qué mundo es el mejor.
Tenemos desacuerdos en política, en ideales y en la concepción del amor.
Coincidimos en objetivos, ética  y música.
Tomá, te paso un mate. Genial, están como me gustan.
Caemos en lo humano de la curiosidad.
Ayer quiere saber cómo me fue, llegando hasta hoy.
Le adorno sonrisas de amistad, le descarno fracasos amorosos.
Le ilumino el camino laboral, lo felicito por la familia.
Le desenmascaro algunas mentiras, le advierto de ciertas personas.
Charlamos horas sobre diversas cuestiones de la vida.
Le actúo de informante, y él de bitácora.
Llegamos a lo actual y le comento los acontecimientos, le explico por qué terminamos charlando.
Nah, increíble. No, posta te digo.
Como para escribir un libro.
De repente, caigo en la tristeza de haber arruinado todo.
La sorpresa. La enseñanza del dolor. La felicidad.
Él se ríe y me comenta que en estos viajes está prohibido recordar.
Que mañana será como si nunca nos hubiéramos visto.
¿Y entonces para qué viniste?
¿No es obvio? ¡Para charlar!... Y ahora que charlamos, para felicitarte.
Y para tomar unos mates. Están como me gustan.

MdO.