Algo mas. (08/09/2011)


Inciertamente uno supera cosas de un momento parta el otro.
Cual tormenta a veleta de ciudad costera, nos enloquece la impredecibilidad de nuestros actos.
El uso de 10% del cerebro no se comprende.
¿Cómo algo que hasta hace dos segundos agobiaba, es ahora un lago en el desierto?
La esperanza de cambio se vuelve poderosa al darse uno cuenta de que no es algo imposible el progreso anímico.
Ideales de felicidad inmediata, nebulosas de lágrimas alegres. Incertidumbre.
Un crecimiento en el gráfico de las suertes con relación al tiempo optimiza.
La vitalidad crece con la finalidad de recuperarnos de toscos golpes anímicos.
La belleza cándida de un fuego en el fondo del rojo aparato pelea por aparecer.
Rasgos de humanidad retornan, buscando imponerse.
La tiránica dictadura del asentimentalismo cae de a poco.... Invierno vestido de ocaso.
Nuevamente razonamos fuera del recipiente, encontrándonos ciegos, mudos y sordos. Ahí comienza el cambio; las banderas imaginarias con las dos tibias desaparecen (de la imaginación). Los sueños de realidad son mas profundos, dormimos eternamente sueños acolchonados y apelmazados que no nos dejan ver mas allá.
En el mercado se cotiza muy caro un sueño de libertad. Vale su peso en sangre.
Ahora es el momento. “Hoy es siempre todavía” dijo Machado.
Hay que hacer despertar al falso controlador, que lleva ya una añada de cruda hibernación. Hacer crecer la autoestima, el optimismo pero sin descuidar la humildad.
Fue un invierno duro para los corazones tibios. Fue una buena racha para los gladiadores de los antros, los alcohólicos olvidados, los guerreros de almas rotas.
Estando de regreso aún sin nunca haber ido. Buscando un cielo entre montañas, con ese sol resplandeciente de los cuentos de hadas.
El niño despierta, se frota los ojos. La luz le daña... Demasiado tiempo en la oscuridad. Se despereza, se levanta. Se viste con los harapos a los que se vio obligado a vestir. Sin embargo el sonríe, pues de algún lado proviene ese haz de luz.
Se acerca tambaleando hacia la puerta entreabierta. No recordaba casi ya como caminar. Un pequeño empujón abre lo suficiente la puerta como para poder pasar, pero aun ciego del brillo, no consigue ver que hay en el exterior.
En fin, ¿Qué importa?... Ya lleva mucho tiempo encerrado en esa pequeña habitación a oscuras.
¿Será el fin?... ¿La muerte quizás?
La visión comienza a aclararse y de a poco distingue formas. Muchas formas.
Distinguidos señores, sirvientes de ocasión, lo lavan, lo visten y lo adornan.
Lo ultimo que siente antes de recuperar completamente la vista, es el peso de algo en su cabeza. Es una corona.
¡El Rey ha vuelto!” grita uno de las figuras, ahora transformado en hombre gracias a el regreso de su visión.
¡Que viva el Rey!” Mil gargantas enardecida claman de felicidad.
Comienza un nuevo imperio. La idea de felicidad es como la visión del niño.

MdO.