Freno.
Pero no de golpe.
Ahora
las cosas pueden verse con mayor claridad.
Todo
ocurre en cámara lenta.
Me
doy cuenta que hay ciertos sucesos que podría haber gambeteado.
Pero
mirar atrás no es lo que busco.
Busco
el camino correcto para seguir adelante.
Creí,
durante mucho tiempo, que era una carretera de dos carriles.
Poco
me acordé de la banquina.
Hoy
esa es mi decisión
Dejar
que lo demás suceda a la velocidad que se le cante.
Yo
voy por la banquina.
A
mi ritmo, despacio, sin chocar con nadie.
Uno
de los carriles es demasiado veloz.
Me
dio miedo conducir por ahí, por mas que ame la velocidad.
Es
muy peligroso.
No
creo poder salir completo de un viaje en el.
Por
el otro camino, si bien es lento como la banquina, no me sentía
seguro.
Las
luces me encandilaban. Era a contramano.
Amo
los desafíos, pero con el auto en llantas, no de si podría soportar
algo así.
Acá,
desde la banquina, caminando a paso lento.
Acompañándome,
de un lado, el controlador.
Unos
pasos atrás, viene el viajero...
Ya
de regreso de su viaje, que pensé que sería eterno.
Pero
aún no me acompaña. Quizás no sea este el momento.
Ya
va a haber tiempo para intrincados laberintos rojos.
Pero
llevo, esta vez si, el carretel de Ariadna conmigo.
Aún
falta para eso....
¡Aquí
estoy! Parado, con Fito, al lado del camino.
Redescubriendo
verdades que otros ya me habían contado.
“Ciertos
fuegos no se encienden frotando dos palitos”, nomas..
MdO.
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